Se ríen juntas y la observa. Le gustaba ver como su risa evolucionaba de
una sonrisa cómplice a una carcajada, para luego taparse la boca en sonroja.
Pero lo más especial eran los ojos. Los ojos se entrecerraban pícaros y
brillantes, guardianes de secretos encriptados en un idioma que nunca aprendió a hablar.
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