lunes

Sueño a menudo que muero. La última vez que morí fue en Méjico, de un tiro al cuello.
Un hombre saltó una pared roja sangre, alta, y mientras caminaba decidido por un patio interno, desenfundó una pistola y caí muerta. Sin explicaciones, sin prejuicios ni vacilaciones, sin saber quien era yo o quién era él, ni que hacíamos en aquel lugar.
Entonces entendí que era un extra en mi propia película, de ésos que matan y a nadie le importa un carajo, total, lo bueno está por venir, lo demás son intermedios.

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