lunes

a nico que sueña

Anoche soñé con vos, íbamos a cenar a un lugar donde había muchos muebles viejos con estampados de colores. Pedíamos de comer, y el mozo nos traía los platos con un pato blanco para acariciar mientras comíamos. Detrás tuyo, una mujer con un peinado alto golpeaba a toda velocidad las teclas de una maquina de escribir que tenía sobre su regazo, "Señor mozo, la sal por favor"- tac tac tac tac tac, clin. La señora de pelo cano registraba con asombrosa rapidez. Un humo rosa invadía la habitación y vos me observabas ausente mientras recorrías el lomo del pato con tus dedos índice y mayor.

Una y otra vez, suave y armónica, peinabas sus plumas lechosas hasta que el ave cantó su voz de arpa. Ahora que lo pienso nada de esto tiene sentido, sin embargo la escena me embriagaba de una sensación de bienestar y no podía dejar de mirarte mientras hacías música con el plumífero. Se sintió correcto, perfecto, vos, yo, y el pato-arpa, como siempre tendría que haber sido.

La comida comenzaba a perder temperatura en el plato y la habitación se vació de humo y palabras. El pato terminó su pieza y la mecanógrafa retomó su labor. Lo único que podía oír ahora era el ruido seco del golpeteo que resonaba con eco en la habitación y reverberaba en mis oídos tac-tac-tac-tac, cada vez más veloz tactactactac, cada vez más fuerte TACTACTACTACTAC. ¡Carajo!, recuerdo haber pensado, ésta señora debe estar furiosa. El sonido se multiplicaba en la habitación y se tornaba grave, como quien oye una estampida de elefantes. En efecto, la habitación comenzó a temblar, vos sostenías al pato entre tus manos y tu mirada seguía fija en mí. La señora escribía. Me invadió una sensación de vacío y un escalofrío me recorrió el pecho, el cuarto estaba helado. Me sentí chiquito, ínfimo, perdido en soledad en medio de todos esos estampados de colores brillantes que ahora, carecían de vida.

De repente todo quedó quieto, y eso se sintió aún peor. Te levantaste con el pato en las manos, lo depositaste en mis piernas y te fuiste por la puerta por la que habíamos entrado.

No hay comentarios: